lunes, 15 de febrero de 2010
miércoles, 13 de junio de 2007
ERYTHEIA
CAPITULO II
Erytheia, Isla de Gades, 2.000 años a. C.
El templo de Hércules, Melkart, en fenicio, se erigía sobre el montículo sagrado de Esereyón, al Oeste de la isla de Erytheia. Desde cualquier punto de las islas de Gades se podría contemplar la majestuosidad de aquel templo, realizado en piedra blanca y marmól negro. Sus grandes columnas fueron plagiadas posteriormente por otra cultura, la griega para realizar su Panteón. La majestuosidad del templo fue admirada y respetada por todos los pueblos mediterráneos de la época. Poseía cuatro salas de cultos y una sala del tesoro. Justo en el centro de la sala del tesoro se situaba la colosal estatua, de oro y adornada de piedras preciosas, de Hércules. Hércules domaba con sus manos a dos grandiosos y fieros leones, símbolos de vigorosidad y heroicidad.
Los fenicios fueron unos grandes arquitectos y mejores comerciantes. Sus mercancías y galeras llegaron a cada rincón del mar mediterráneo.
Al Este de isla se ubicaba, en el precipicio de Adesterón, el templo de Astarté. Astarté es la diosa de la guerra fenicia y se le rendía culto por medio de sacrificios de animales sagrados. En su única sala se encontraba en un pedestal de bronce la estatua de la diosa, que cubría su cuerpo por un velo y se alzaba encima de un león. El templo era pequeño y no le hacía sombra al templo herculiano, pero en su interior, tras una cámara secreta, se encontraba el mayor tesoro deseado por la raza humana y por cualquier ser vivo: la inmortalidad. Bajo una colosal piedra de color marrón se encontraba un trozo de piedra verde brillante, que poseía la cualidad de dar la inmortalidad a todo aquel que comiera una escarla de ella.
Nadie conocía el secreto de esta preciada piedra. Nadie, excepto el descendiente de Hércules y guardián del templo.
Delmes era el nieto del héroe Hércules. Hércules, fue hijo del dios Júpiter y una mujer mortal, salvó a la civilización de espeluznantes monstruos, gracias a sus "doce trabajos". Hércules fue una leyenda en su época y lo sigue siendo en la actualidad. Delmes se encontraba sentado en la puerta de su casa, hecha de piedra ostionera y con dos grandes vanos que hacían la función de ventanas, hablando con su amigo Hermes.
- ¿No has soñado un día ser recordado y alabado por todo el mundo como mi abuelo Hércules?- preguntaba Delmes con la cabeza en otro lugar. - Yo sueño con ser un héroe, una persona venerada y luchar contra monstruos horripilantes para salvar a bellas mujeres.
- Me conformo con tener una vida tranquila al lado de mi pueblo- contestó desganado Hermes.
Hermes era una persona conformista, serena y poco dado a la aventura. Delmes y Hermes eran como el yin y el yan. Tan distintos y tan parecidos.
- Mi padre dice que algún día llegará mi momento. Que tendré que llevar el peso de mi pueblo sobre mi espalda. Que está escrito. Que el día de la revelación se acerca.
-Tu padre sólo te da esperanzas y no quiere romper tus sueños. Todo padre busca la alegría de sus hijos.- soltó impasible y con ganas de enfadar a Delmes. - Además, Delmes, eres muy jóven para llevar el peso de todo un pueblo- se rió con ganas Hermes.
- Hoy le diré a mi padre que me rebele lo que me tiene que decir, ya soy lo suficientemente fuerte, ágil, conozco el arte de la escritura y el dominio del trueque.- dijo convencido de que hoy cambiaría su vida para siempre.
- Creo que no estás preparado. Y no creo que seas el mejor guerrero del pueblo. Te queda mucho por aprender. - se sinceró Hermes con bastante parsimonia.
Antrozous, padre de Delmes, apareció con su carro tirado por bueyes por el camino del puerto. El carro estaba lleno de frutos de lugares lejanos, y varios jarrones y cuencos.
- Delmes, ayúdame. Venga, que tenemos que hacer muchas cosas hoy.- hizo un gesto rápido con la mano para que se diera más prisa. Antrozous era un hombre poco hablador, gran guerrero como su padre y muy estimado por su pueblo.
-Después seguimos hablando, Hermes, salud.- se despidió Delmes.
- Salud, Delmes.- respondió Hermes.
Una vez que lograron sacar todo del carro y se quedaron solos, Hermes fue hacia su casa a ayudar con el salazón del pescado para poder mantenerlo más tiempo fresco.
Delmes iba a exigir a su padre que le rebelara el secreto que ha esperado durante toda su vida, pero Antrozous se adelantó como si le hubiera leido el pensamiento a su hijo o se lo leyó en su cara o tal vez , como Delmes pensó, había llegado su día glorioso.
- Esta noche, cuando todo quede en calma, te contaré lo que andas esperando desde hace tiempo. Ha llegado ya el momento y debes saberlo antes de que me ocurra algo y muera el secreto conmigo. Cuando los grillos sean los dueños de la noche, iremos al precipicio de Adesterón.
Allí conocerás tu futuro. Allí conocerás tu destino.
El templo de Hércules, Melkart, en fenicio, se erigía sobre el montículo sagrado de Esereyón, al Oeste de la isla de Erytheia. Desde cualquier punto de las islas de Gades se podría contemplar la majestuosidad de aquel templo, realizado en piedra blanca y marmól negro. Sus grandes columnas fueron plagiadas posteriormente por otra cultura, la griega para realizar su Panteón. La majestuosidad del templo fue admirada y respetada por todos los pueblos mediterráneos de la época. Poseía cuatro salas de cultos y una sala del tesoro. Justo en el centro de la sala del tesoro se situaba la colosal estatua, de oro y adornada de piedras preciosas, de Hércules. Hércules domaba con sus manos a dos grandiosos y fieros leones, símbolos de vigorosidad y heroicidad.
Los fenicios fueron unos grandes arquitectos y mejores comerciantes. Sus mercancías y galeras llegaron a cada rincón del mar mediterráneo.
Al Este de isla se ubicaba, en el precipicio de Adesterón, el templo de Astarté. Astarté es la diosa de la guerra fenicia y se le rendía culto por medio de sacrificios de animales sagrados. En su única sala se encontraba en un pedestal de bronce la estatua de la diosa, que cubría su cuerpo por un velo y se alzaba encima de un león. El templo era pequeño y no le hacía sombra al templo herculiano, pero en su interior, tras una cámara secreta, se encontraba el mayor tesoro deseado por la raza humana y por cualquier ser vivo: la inmortalidad. Bajo una colosal piedra de color marrón se encontraba un trozo de piedra verde brillante, que poseía la cualidad de dar la inmortalidad a todo aquel que comiera una escarla de ella.
Nadie conocía el secreto de esta preciada piedra. Nadie, excepto el descendiente de Hércules y guardián del templo.
Delmes era el nieto del héroe Hércules. Hércules, fue hijo del dios Júpiter y una mujer mortal, salvó a la civilización de espeluznantes monstruos, gracias a sus "doce trabajos". Hércules fue una leyenda en su época y lo sigue siendo en la actualidad. Delmes se encontraba sentado en la puerta de su casa, hecha de piedra ostionera y con dos grandes vanos que hacían la función de ventanas, hablando con su amigo Hermes.
- ¿No has soñado un día ser recordado y alabado por todo el mundo como mi abuelo Hércules?- preguntaba Delmes con la cabeza en otro lugar. - Yo sueño con ser un héroe, una persona venerada y luchar contra monstruos horripilantes para salvar a bellas mujeres.
- Me conformo con tener una vida tranquila al lado de mi pueblo- contestó desganado Hermes.
Hermes era una persona conformista, serena y poco dado a la aventura. Delmes y Hermes eran como el yin y el yan. Tan distintos y tan parecidos.
- Mi padre dice que algún día llegará mi momento. Que tendré que llevar el peso de mi pueblo sobre mi espalda. Que está escrito. Que el día de la revelación se acerca.
-Tu padre sólo te da esperanzas y no quiere romper tus sueños. Todo padre busca la alegría de sus hijos.- soltó impasible y con ganas de enfadar a Delmes. - Además, Delmes, eres muy jóven para llevar el peso de todo un pueblo- se rió con ganas Hermes.
- Hoy le diré a mi padre que me rebele lo que me tiene que decir, ya soy lo suficientemente fuerte, ágil, conozco el arte de la escritura y el dominio del trueque.- dijo convencido de que hoy cambiaría su vida para siempre.
- Creo que no estás preparado. Y no creo que seas el mejor guerrero del pueblo. Te queda mucho por aprender. - se sinceró Hermes con bastante parsimonia.
Antrozous, padre de Delmes, apareció con su carro tirado por bueyes por el camino del puerto. El carro estaba lleno de frutos de lugares lejanos, y varios jarrones y cuencos.
- Delmes, ayúdame. Venga, que tenemos que hacer muchas cosas hoy.- hizo un gesto rápido con la mano para que se diera más prisa. Antrozous era un hombre poco hablador, gran guerrero como su padre y muy estimado por su pueblo.
-Después seguimos hablando, Hermes, salud.- se despidió Delmes.
- Salud, Delmes.- respondió Hermes.
Una vez que lograron sacar todo del carro y se quedaron solos, Hermes fue hacia su casa a ayudar con el salazón del pescado para poder mantenerlo más tiempo fresco.
Delmes iba a exigir a su padre que le rebelara el secreto que ha esperado durante toda su vida, pero Antrozous se adelantó como si le hubiera leido el pensamiento a su hijo o se lo leyó en su cara o tal vez , como Delmes pensó, había llegado su día glorioso.
- Esta noche, cuando todo quede en calma, te contaré lo que andas esperando desde hace tiempo. Ha llegado ya el momento y debes saberlo antes de que me ocurra algo y muera el secreto conmigo. Cuando los grillos sean los dueños de la noche, iremos al precipicio de Adesterón.
Allí conocerás tu futuro. Allí conocerás tu destino.
martes, 12 de junio de 2007
ERYTHEIA
CAPITULO I
Denis Cumon es de esas personas que suelen llamar resultonas, sus 1,85 cm. no pasaban desapercibidos para nadie, lo cierto es que a sus 28 años su agenda andaba muy apretada de presencia femenina. Siempre se deja una perilla le da un aire de duro y a la vez de sensible, que tanto gustan a las mujeres. Además nadie obvia su excelente forma física, gracias a sus varios años siendo carne de gimnasios.
Pero hoy pasaba desapercibido para todo el mundo con una barba de semanas y la ropa degastada y pasada de moda, algo bastante extraño en él. Su aparencia no parecía que fuera la de aquel gran amigo de mi infancia, pero lo era.
Media hora antes recibí una llamada de un número oculto, tras el otro teléfono pude distinguir la voz tranquila y pausada de mi gran amigo Denis. Hacía varios meses que no lo veía, pero manteníamos el contacto por internet o nos llamabamos para saber de las locuras que andabamos haciendo. Así que no me sorprendí de su llamada.
- ¿Qué pasa Moi, pichita?- me soltó con su sonrisilla típica de graciosillo.
Me agradó escuchar su voz, ya pensaba que era una de esas llamadas o de una encuesta o, peor aún, de un cambio de móvil o de factura con todo lo que eso conlleva en las agujetas de brazo y oido.
- ¡¡ Denis!!! ¿No me digas que estás por Cádiz? - dije con ironía.
- Pues esta vez si. Acabo de llegar de Madrid y, me he dicho, voy a llamar al Mon haber que es lo que me cuenta, ¡¡¡el personaje!!! Y, si se encarta, quedar un ratillo para dar un vueltazo por ahi.-
no respiró hasta que terminó la parrafada.
- Parece que te lo habías preparado por el camino de Madrid a Cádiz. Por mí, quedamos en media hora donde tú quieras. No tengo ningún plan con el viento que hace.- le respondí con esperanza de mejorar una tarde bastante aburrida.
- Estupendo, pues en media hora en la caleta. ¿ Hace o no?- me retó.- ¿ no eres capaz de llegar de tu casa a la caleta en media hora? Ya estás un poco viejo, me parece.- continuó.
- Por mí de acuerdo, me sobrarán 10 minutos. Si quieres me apuesto lo que quieras contigo.- fanfarroneé como los viejos tiempos. Bueno, en media hora nos vemos en la caleta, esperame en la parada de autobus. ¿Ok?
No escuché su respuesta, sólo la señal de cuando se cuelga el teléfono. Cosa poco extraña en Denis porque suele bromear con esa manera de despedirse, siempre te deja con la última palabra.
No pude reconocerlo cuando se acercó a mí cuando bajé del autobus número 7, para mí el autobus más rápido de Cádiz.
- Lo siento, no tengo suelto.- le dije a aquel andrajoso que me paró de súbito nada más bajar. ¿Dondé estará metido este tio?- musité entre dientes.
- Aquí, cojones. No ves que soy yo. He cambiado un poco de estilo.- me gritó con sorna.
- ¿¿Qué te ha pasado??Yo ya me puedo morir tranquilo, he visto a Denis sin ropa de marca, esto hay que inmortalizarlo.- me mofé de él, sacando el móvil para hacerle una foto con esas pintas de salapastroso.
- Déjate de rollos y escúchame que te tengo que contar algo importante. ¿Dónde podemos ir para charlar y que nadie nos moleste?
- Sé un sitio que no te va a resultar extraño y nos va a hacer recordar viejos tiempos.
Nos subimos de nuevo en el bus 7 de vuelta a Puertatierra y hablamos de cosas nímias y haciendo bromas variadas, ya que no quería soltar prenda de ese estado de dejadez en su apariencia. Tras recorrer el Campo del Sur, la playa de Santa María del Mar y parte de la Playa de la Victoria; llegamos a nuestra parada: Isecotel.
-¿Te acuerdas la de ratos que hemos pasado desde niños juntos enfrente de esta parada? Denis, la de partiditos que hemos jugado ahí abajo , los bañitos , las barbacoas... y las que quedan por llegar.
- No me voy a acordar, el alzheimer todavía no me ha tocado el cerebro, no como a tí, pirata.- me dijo riéndose a carcajadas.
Andamos por la Avenida, Trille y nos encajamos en Salesianos. Aquí estudiamos juntos y nació nuestra amistad. Entramos por la puerta de hierro y nos sentamos en un banco de la pista 1.El colegio estaba vacío, ya que estaban colocando las casetas para la verbena de María Auxiliadora y las pistas estaban llenas de hierros y cables.
- Lo que te voy a contar ahora es algo que espero que no te tomes a cachondeo y que intentes ayudarme. Toda esta parafernalia de la ropa y la barba es a causa de una serie de acontecimientos que han ocurrido en la empresa en la que trabajo. Primero debes de saber en qué trabajo, ¿no?
- Claro, dime de qué trabajas, pero no me asustes y me digas que eres funcionario, que entonces me cago encima- bromeé con su solemnidad al contarme sus penas.
- Ya estás con las putas bromas. Estáte atento que es algo muy serio y casi aciertas con eso de funcinario. Bueno escucha atento que es algo largo y nadie lo sabe y confío en tí en que nadie lo sepa:
Desde que me fui a Madrid, después de terminar la carrera de criminología, he estado trabajando para el gobierno como agente secreto de grado uno. En el último año de la universidad nos hicieron un test, que en un principio nos dijeron que era para una nueva forma de evaluar el ingreso en la academía de policia, y luego resultó ser un examen de ingreso al centro de defensa español. Sólo 5 personas logramos superar el examen de entre 1200 personas en toda España. El primer año y medio nos entrenaron para sobrevivir, llevar una doble vida y ser fantasmas en los momentos más difíciles. Los últimos 2 años he estado actuando en varios países del mundo infiltrado en ejércitos, milicias, mercenarios,etc. He tenido toda la información secreta del mundo, miles de batallas, negociaciones en la sombra y cosas que no puedes ni imaginar.
Pero estoy aquí por algo que pasó hace menos de 2 meses. La agencia de inteligencia española logró los archivos de la potente CIA: los datos de las misiones realizadas en Iraq. Los datos que manejabamos eran muy duros y, por encima, decían que la guerra ha sido creada para realzar la economía de EEUU gracias a la venta de armamento y a las negociaciones unilaterales con otros países dentro de la guerra. A partir de ese momento, los agentes españoles han ido cayendo uno tras otro por diferentes circunstancias: capturas en zonas de guerra, secuestros, ataques aéreos a pisos francos e incluso asesinatos. La CIA anda detrás de toda esta serie de hechos y han ido destruyendo la agencia. Yo soy el único agente aún en activo y por eso voy con estas pintas. Estoy siendo buscado en todo el mundo.
- ¿ Y no crees que venir a tu ciudad, a tu colegio y a tu barrio es arriesgarse demasiado?- le reproché gritándole despectivamene.
- Tranquilo, cuando entre en la agencia me encargué de borrar todo mi pasado, en estos momentos soy un fantasma, sin identidad y con muchas identidades, sin pasado y con mucho futuro o eso espero.
- ¿ No sospechas de nadie del Ministerio de defensa que os haya hecho la cama? ¿Alguién que se haya vendido?
- Si te digo la verdad, no confío en nadie. Sólo en tí. Creo que tienes cualidades para ayudarme y acompañarme en mi aventura. Sé que es peligroso, pero no creo que te eches atrás por esta nimiedad, ¿en?- me guiñó un ojo como los viejos tiempos cuando jugando al fútbol sacaba una falta y me la centraba al segundo palo como habíamos planeado anteriormente.
Me dió seguridad, no sentí miedo. Lo único que sentí fue unas ganas enormes de meterme en esta aventura que mucha gente temería y rechazaría. Pero cómo me dijo una vez mi madre: " cualquier día te veo metido en algún fregao que sobrepase tus expectativas, pero estoy convencida que con tu cabezonería lograrás superar."
Y aquí empieza mi fregao.
Cádiz, España 10 de mayo de 2007
El sol se estaba poniendo tras el castillo de Santa Catalina, el viento de levante hacía de las suyas y movía con violencia las palmeras, las banderas y, sobre todo, la arena. Aunque la tarde era muy desapacible y nadie andaba por las calles, una figura permanecía inmóvil sentado en la parada de autobus junto al árbol centenario del Mora.Denis Cumon es de esas personas que suelen llamar resultonas, sus 1,85 cm. no pasaban desapercibidos para nadie, lo cierto es que a sus 28 años su agenda andaba muy apretada de presencia femenina. Siempre se deja una perilla le da un aire de duro y a la vez de sensible, que tanto gustan a las mujeres. Además nadie obvia su excelente forma física, gracias a sus varios años siendo carne de gimnasios.
Pero hoy pasaba desapercibido para todo el mundo con una barba de semanas y la ropa degastada y pasada de moda, algo bastante extraño en él. Su aparencia no parecía que fuera la de aquel gran amigo de mi infancia, pero lo era.
Media hora antes recibí una llamada de un número oculto, tras el otro teléfono pude distinguir la voz tranquila y pausada de mi gran amigo Denis. Hacía varios meses que no lo veía, pero manteníamos el contacto por internet o nos llamabamos para saber de las locuras que andabamos haciendo. Así que no me sorprendí de su llamada.
- ¿Qué pasa Moi, pichita?- me soltó con su sonrisilla típica de graciosillo.
Me agradó escuchar su voz, ya pensaba que era una de esas llamadas o de una encuesta o, peor aún, de un cambio de móvil o de factura con todo lo que eso conlleva en las agujetas de brazo y oido.
- ¡¡ Denis!!! ¿No me digas que estás por Cádiz? - dije con ironía.
- Pues esta vez si. Acabo de llegar de Madrid y, me he dicho, voy a llamar al Mon haber que es lo que me cuenta, ¡¡¡el personaje!!! Y, si se encarta, quedar un ratillo para dar un vueltazo por ahi.-
no respiró hasta que terminó la parrafada.
- Parece que te lo habías preparado por el camino de Madrid a Cádiz. Por mí, quedamos en media hora donde tú quieras. No tengo ningún plan con el viento que hace.- le respondí con esperanza de mejorar una tarde bastante aburrida.
- Estupendo, pues en media hora en la caleta. ¿ Hace o no?- me retó.- ¿ no eres capaz de llegar de tu casa a la caleta en media hora? Ya estás un poco viejo, me parece.- continuó.
- Por mí de acuerdo, me sobrarán 10 minutos. Si quieres me apuesto lo que quieras contigo.- fanfarroneé como los viejos tiempos. Bueno, en media hora nos vemos en la caleta, esperame en la parada de autobus. ¿Ok?
No escuché su respuesta, sólo la señal de cuando se cuelga el teléfono. Cosa poco extraña en Denis porque suele bromear con esa manera de despedirse, siempre te deja con la última palabra.
No pude reconocerlo cuando se acercó a mí cuando bajé del autobus número 7, para mí el autobus más rápido de Cádiz.
- Lo siento, no tengo suelto.- le dije a aquel andrajoso que me paró de súbito nada más bajar. ¿Dondé estará metido este tio?- musité entre dientes.
- Aquí, cojones. No ves que soy yo. He cambiado un poco de estilo.- me gritó con sorna.
- ¿¿Qué te ha pasado??Yo ya me puedo morir tranquilo, he visto a Denis sin ropa de marca, esto hay que inmortalizarlo.- me mofé de él, sacando el móvil para hacerle una foto con esas pintas de salapastroso.
- Déjate de rollos y escúchame que te tengo que contar algo importante. ¿Dónde podemos ir para charlar y que nadie nos moleste?
- Sé un sitio que no te va a resultar extraño y nos va a hacer recordar viejos tiempos.
Nos subimos de nuevo en el bus 7 de vuelta a Puertatierra y hablamos de cosas nímias y haciendo bromas variadas, ya que no quería soltar prenda de ese estado de dejadez en su apariencia. Tras recorrer el Campo del Sur, la playa de Santa María del Mar y parte de la Playa de la Victoria; llegamos a nuestra parada: Isecotel.
-¿Te acuerdas la de ratos que hemos pasado desde niños juntos enfrente de esta parada? Denis, la de partiditos que hemos jugado ahí abajo , los bañitos , las barbacoas... y las que quedan por llegar.
- No me voy a acordar, el alzheimer todavía no me ha tocado el cerebro, no como a tí, pirata.- me dijo riéndose a carcajadas.
Andamos por la Avenida, Trille y nos encajamos en Salesianos. Aquí estudiamos juntos y nació nuestra amistad. Entramos por la puerta de hierro y nos sentamos en un banco de la pista 1.El colegio estaba vacío, ya que estaban colocando las casetas para la verbena de María Auxiliadora y las pistas estaban llenas de hierros y cables.
- Lo que te voy a contar ahora es algo que espero que no te tomes a cachondeo y que intentes ayudarme. Toda esta parafernalia de la ropa y la barba es a causa de una serie de acontecimientos que han ocurrido en la empresa en la que trabajo. Primero debes de saber en qué trabajo, ¿no?
- Claro, dime de qué trabajas, pero no me asustes y me digas que eres funcionario, que entonces me cago encima- bromeé con su solemnidad al contarme sus penas.
- Ya estás con las putas bromas. Estáte atento que es algo muy serio y casi aciertas con eso de funcinario. Bueno escucha atento que es algo largo y nadie lo sabe y confío en tí en que nadie lo sepa:
Desde que me fui a Madrid, después de terminar la carrera de criminología, he estado trabajando para el gobierno como agente secreto de grado uno. En el último año de la universidad nos hicieron un test, que en un principio nos dijeron que era para una nueva forma de evaluar el ingreso en la academía de policia, y luego resultó ser un examen de ingreso al centro de defensa español. Sólo 5 personas logramos superar el examen de entre 1200 personas en toda España. El primer año y medio nos entrenaron para sobrevivir, llevar una doble vida y ser fantasmas en los momentos más difíciles. Los últimos 2 años he estado actuando en varios países del mundo infiltrado en ejércitos, milicias, mercenarios,etc. He tenido toda la información secreta del mundo, miles de batallas, negociaciones en la sombra y cosas que no puedes ni imaginar.
Pero estoy aquí por algo que pasó hace menos de 2 meses. La agencia de inteligencia española logró los archivos de la potente CIA: los datos de las misiones realizadas en Iraq. Los datos que manejabamos eran muy duros y, por encima, decían que la guerra ha sido creada para realzar la economía de EEUU gracias a la venta de armamento y a las negociaciones unilaterales con otros países dentro de la guerra. A partir de ese momento, los agentes españoles han ido cayendo uno tras otro por diferentes circunstancias: capturas en zonas de guerra, secuestros, ataques aéreos a pisos francos e incluso asesinatos. La CIA anda detrás de toda esta serie de hechos y han ido destruyendo la agencia. Yo soy el único agente aún en activo y por eso voy con estas pintas. Estoy siendo buscado en todo el mundo.
- ¿ Y no crees que venir a tu ciudad, a tu colegio y a tu barrio es arriesgarse demasiado?- le reproché gritándole despectivamene.
- Tranquilo, cuando entre en la agencia me encargué de borrar todo mi pasado, en estos momentos soy un fantasma, sin identidad y con muchas identidades, sin pasado y con mucho futuro o eso espero.
- ¿ No sospechas de nadie del Ministerio de defensa que os haya hecho la cama? ¿Alguién que se haya vendido?
- Si te digo la verdad, no confío en nadie. Sólo en tí. Creo que tienes cualidades para ayudarme y acompañarme en mi aventura. Sé que es peligroso, pero no creo que te eches atrás por esta nimiedad, ¿en?- me guiñó un ojo como los viejos tiempos cuando jugando al fútbol sacaba una falta y me la centraba al segundo palo como habíamos planeado anteriormente.
Me dió seguridad, no sentí miedo. Lo único que sentí fue unas ganas enormes de meterme en esta aventura que mucha gente temería y rechazaría. Pero cómo me dijo una vez mi madre: " cualquier día te veo metido en algún fregao que sobrepase tus expectativas, pero estoy convencida que con tu cabezonería lograrás superar."
Y aquí empieza mi fregao.
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